Pablo Neruda

Intentar explicar quién fue el escritor y poeta Pablo Neruda es tan imposible como querer coger el mar con las manos.

Sus poemas llenos de ternura evocadora al principio y casi al final de impotencia por los hechos que estaban sucediendo en su país, son un canto a la vida y la muerte... pero sobre todo de amor.

Es fácil encontrar información en Internet sobre Neruda y hay también excelentes páginas monográficas sobre él. Por eso no voy a ahondar en su vida, ya que la intención de este escrito es sólo la de que "no falte" aquí.

Detrás del seudónimo Pablo Neruda estaba Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, nacido el 12 julio 1904 en Parral (Chile); falleció en Santiago de Chile el 23 septiembre 1973, a los 69 años, de cáncer de próstata.

Se casó en primeras nupcias (1930) con María Antonia Hagenaar con quien tuvo una hija llamada Malva Marina Trinidad (1934-1943), y en segundas nupcias (1943) con Delia de Carril. Después convivió con Matilde Urrutia con quien terminó casándose en 1966.

Obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Chile, en 1945. También el Premio Nobel de Literatura en 1971.

Son muchos sus poemas y todos de excelsa belleza... pero hay uno... uno... y es el que sigue que mueve recuerdos y asoma lágrimas.

POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

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