La Real Academia de la Lengua Española, guía para quienes hablamos el español, últimamente va un poco en marcha "veleta": según giran algunos deseos. Y digo eso porque elimina palabras y conceptos según modismos, y añade otras y otros en un intento, casi bochornoso, de agradar a quienes ni siquiera conocen el idioma, hablando una especie de jerga que ni ellos entienden.
Pues de lo mismo parece haberse contagiado la iglesia católica. Primero quitaron el limbo que todos conocíamos era un lugar donde iban los inocentes, los niños (fetos) que aún no habían nacido y por tanto no habían tenido el tiempo suficiente de recibir el bautismo. Surgió de un intento de considerar a los nonatos como criaturas con entidad propia y considerar abominable el aborto, fueran cuales fuesen los motivos para esa interrupción. Y como todo concepto forzado, el invento igual que surgió, fue igualmente eliminado.
Actualmente hay otro lugar que tampoco existe: el purgatorio; un lugar al que se iba a pagar los pecados cometidos, de los que aunque había habido arrepentimiento en el último momento de vida, no se había recibido el sacramento de la confesión y con ella el perdón del cielo. Es decir: el que uno reconociera malos actos no era suficiente si no se había logrado el "certificado" pertinente de forma más o menos pública.
El purgatorio era parecido al infierno: con llamas y sufrimiento... pero con menos intensidad y por tanto menos dolor también. Allí se estaba en plan "condena" el tiempo estipulado por no se sabe quién. Después ya se iba al cielo.
Pues bien, la abolición del purgatorio fue fruto del papa Benedicto XVI. Y en estos días y en una entrevista periodística el también papa Francisco I ha dicho que el infierno tampoco existe.
Lo que ocurre es que al quitar el infierno surge un problema que al parecer aún no se ha solventado. Si un asesino -por ejemplo- con un montón de víctimas, muere arrepentido pero no con el beneplácito de la confesión hecha... antes iba al purgatorio a penar, pero ahora no, ahora va directo al cielo. Es decir... le vale el arrepentimiento personal de última hora. Eso está muy bien pero claro... va al cielo igual que una buena persona que no ha hecho nunca mal a nadie. ¿Es eso justo?. Que cada cual saque sus conclusiones, pero si los malos no pagan ni aquí ni allá...
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