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El negocio sanitario de la Diabetes

No soy ni profesional sanitaria ni tengo nada que ver con la industria farmacéutica, eso que quede claro. Únicamente tengo diabetes-2 desde hace cuatro años, una diabetes además incontrolada a causa de los corticoides que tengo que tomar para una de las tres enfermedades raras que también tengo desde hace tres años. 

No voy a entrar en mi salud actual porque no es el tema, pero sí quiero hablar en voz alta sobre lo que llevo observando hace tiempo. Lo único aclaratorio es que hace un trienio que vivo diariamente con el dolor. Voy a varios especialistas.

Cuando te dicen que tienes diabetes-2 y no has tenido anteriormente a nadie en la familia con esa enfermedad, se te abre un mundo nuevo que piensas vas a poder dominar, y más cuando acabas de salir de un cáncer. Nada más lejos de la realidad. 

Por mucho que al principio te de esa impresión, la medicina apenas conoce los por qués, los cómos y los cuándos de esta terrible enfermedad; sólo saben darte pastillas e inyecciones (de insulina) para intentar aliviarla o al menos mantenerla. Pero como en la mayoría de los malestares humanos (y animales) no saben curarla. No nos engañemos, pero eso es así.  Y de ahí, de ese no saber (y a veces pienso no querer) nacen negocios sanitarios que parecemos no ver. 

Porque el negocio de la diabetes, al igual que el del cáncer y muchas otras cosas... es eso: un negocio monetario que hace ricos a muchos. 

Que si pastillas de insulina, que las dichosas inyecciones de insulina, que si los parches de los brazos, los cubre parches, los glucómetros, las tiras, las jeringuillas, las agujas... y me quedo corta. Cierto que todo eso, ahora, lo da la Seguridad Social española, pero hace nada había que pagarlo. Y aunque los enfermos (pensionistas) no los paguemos, su costo sale del impuesto de quienes actualmente trabajan. Y nada de todo lo anterior es barato precisamente, que un parche (por ejemplo) que muchos veréis en el brazo de una persona que se cruza contigo, vale la broma de 80 euros... sólo el parche. Y necesita dos al mes... si no sale estropeado alguno. 

Con todo lo citado en el párrafo anterior los laboratorios farmacéuticos ganan dinero y mucho. ¿Cómo les va a interesar por tanto solucionar nada? Y no quiero entrar en las visitas médicas del señor de la cartera, ofreciendo no sé qué por recetar los productos que vende.

Pero lo mejor está por llegar. Cuando te diagnostican la diabetes te mandan al endocrino. Y entonces te enteras que también existe el despacho y cargo de "enfermera endocrina", que es quien, entre consulta y consulta, te controla de alguna manera. No es la que todo el mundo imagina que está sentada frente al médico especialista tomando nota en el ordenador y dándote luego la cita; no; es la que tiene despacho y consulta propia y te va viendo entre los meses en que el endocrino no está en tu vida. 

Cuando la enfermedad avanza -que avanza sobre todo si tomas medicación para otras- necesitas también un podólogo y un nutricionista, El primero porque empiezas a tener problemas en los pies, y el segundo porque el "método del plato" y las directrices no terminan de funcionar, y tienes subidas y bajas de glucosa espantosas. Pero... y aquí aumentan tus problemas exponencialmente, tanto el podólogo como el nutricionistas... no están contemplados en la sanidad española; es decir: son privados y sus consultas (que no serán únicas sino periódicas en el tiempo) te las vas a tener que pagar tú. Aleluya si tienes una buena pensión o un buen sueldo, pero ay de tí si eres un pobre pensionista.  

Así que aunque (y gracias por ello) se te facilitan los instrumentos para tu diabetes, el podólogo y el nutricionista para cuando te toque la lotería. El problema es precisamente que como eres diabética, la posible ayuda social que puedas obtener a nivel local... no se atreven a cortar uñas... porque si te cortan mal, no te van a hacer daño (si no entiendes lo que digo, pregúntame). En cuanto al nutricionista para que te haga un plan de comidas personalizado, tienes que conformarte con, sin estudios al respecto, hacer aquello de "prueba y error", teniendo los habituales sustos de subidas y bajadas... que a la larga te van a matar. 

He superado un cáncer muy grave del que en unos días cumpliré 14 años, pero esta diabetes rebelde que tengo me está trastornando la vida. 

¿Que no es un negocio, y rentable además, para muchos todo ésto? Pienso que sí, y además una vergüenza que nadie, con poder para hacerlo, tiene intención de atajar. Y el resto, como siempre y mientras no les afecte directamente, mirando hacia otro lado. 

Sólo por si a alguien le sirve para concienciarse de qué tan grave es el problema de la diabetes, añadiré que, oficialmente, en España, hay NUEVE MILLONES DE DIABÉTICOS este 2025.

Ah, y por cierto: uno es diabético no porque sea muy goloso y coma mucho dulce. No tiene nada que ver. Cuidado con algunas frutas. 



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El torero Munera y los ojos del toro

Álvaro Munera fue un torero colombiano de hace ya unos años. 

Y hace también muchos años que circula por internet algo que es un completo bulo. Se cuenta que Munera, en un momento dado y durante una corrida, se sentó en el bordillo del burladero y mirando a los ojos del toro, se arrepintió de su propia crueldad ante unos animales que no le habían hecho ningún daño; fruto de ese "arrepentimiento" se convirtió en un acérrimo anti-taurino. Alguien sacó la foto que se acompaña con el siguiente texto: 
Y de repente miré el toro. Tenía esta inocencia... que todos los animales tienen en sus ojos, y me miró con esta súplica. Era un grito de justicia, muy, muy profundo dentro de mí. Lo describo como una plegaria porque si uno confiesa, se tiene esperanza que uno sea perdonado. Me sentí como la peor mierda del mundo.
Todo falso. Esta la foto: 


El torero que aparece en la imagen no es Álvaro Munera si no el español Francisco Javier Sánchez Vara. 

El texto que siempre acompaña dicha fotografía y que igualmente se atribuye a Munera en unas supuestas declaraciones, son en realidad parte del libro "La casa sosegada" de Antonio Gala: 
Y de repente miró hacia mí. Con la inocencia de todos los animales reflejada en los ojos, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad. Sentí que, garganta arriba, me subía un sollozo.

Álvaro Munera se retiró a los 18 años después de recibir una cornada en Albacete (España) que lo dejó paralítico.


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Los audífonos y sus precios. Hablemos claro

Hoy voy a referirme a un problema gravísimo, que afecta a más del 10% de la población en España, pero sobre todo (y ahí me incluyo) a una inmensa mayoría de personas mayores, que tienen una pensión por debajo de lo que en términos generales se considera "por debajo del umbral de la pobreza" (que viene a ser: menor del Salario Mínimo Interprofesional, que en este 2024 es de 1.134 euros). 

Un audífono es el aparato externo que una persona que no oye bien... o sencillamente no oye... se coloca en uno de los oídos para poder llevar una vida más o menos digna. Porque no escuchar nada o casi nada, es siempre exclusión social. Imagina por un momento lo que sería que no pudieras oir a quien te llama por teléfono, la televisión, el timbre de la puerta de tu casa... a la cajera del supermercado cuando te dice cuánto le tienes que pagar... a quien vive contigo... al médico cuando te habla... a tu jefe... a tus amigos... Imagina y quizás entonces entenderás. 

Pues bien, ese audífono cuesta 3.500 euros cada uno. TRES MIL QUINIENTOS EUROS... siempre que no necesites algo muy especializado porque tu sordera es más que profunda. Con suerte puedes encontrarlo por 2.800 €.

Sigue imaginando. Cobras un sueldo de mil euros o una pensión de 700. Y has perdido un oído por edad, por enfermedad... o sencillamente por un resfriado que costó mucho quitar (eso me pasó a mí el año pasado... pero lo peor está por contar).

Siendo yo muy niña tuve problemas en ambos oídos, y me tuvieron que hacer lo que entonces se llamaba "trepanación", primero de uno y después del otro, por lo que durante toda la vida he tenido problemas de audición. Con el tiempo la cosa fue empeorando hasta que hace algo más de cuatro años por fin me pude comprar los dos audífonos que necesitaba. Recuerda: 3.500 euros cada uno. A plazos y avalados (esa es historia para otro momento).

Ahora viene lo bueno. Los audífonos (nunca los compres en Internet porque te los tienen que graduar, como las gafas) NO ESTÁN FINANCIADOS por la Seguridad Social. Los tienes que pagar tú. Es más: hay una mínima parte que, si lo solicitas y te lo conceden, te lo financian... después de que los hayas comprado y pagado. Es decir: necesitas un audífono, lo compras, lo pagas, y después pides la ayuda. Pero esa ayuda no es para el total del dinero que has gastado, si no para una ínfima parte. Se verá más claro con el siguiente cuadro, en este caso de la Comunidad Valenciana: 

  • 570 € más IVA para un audífono destinado a pérdidas auditivas moderadas.
  • 740 € más IVA para un audífono destinado a pérdidas auditivas severas.
  • 920 € más IVA para un audífono destinado a pérdidas auditivas profundas.

Pero... (siempre hay un "pero") el máximo de la ayuda está en 1.200 euros, por lo que si necesitas dos audífonos (como es mi caso) porque no oyes nada, lo máximo que te concederán (si sumas los puntos que se requieren) por los dos son 2.400 euros por la pareja. Recuerda que ya te has gastado 7.000 mínimo, y que eres mileurista o con una pensión de pobre miserable. 

¿Y por qué no se financia TOTALMENTE algo tan necesario para una persona que no oye como un audífono?. No lo sé y tampoco lo entiendo. Se cubren otras cosas que no termino de comprender y algo como ésto, no. 

Porque además estos aparatos tienen una vida útil de alrededor de cuatro años, por lo que yo, que los compré (repito: a plazos y avalada) en la navidad del 2019 ya estoy teniendo problemas con ellos... y no puedo comprarme otros. 


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