En 1589 Francia y por lo tanto también su rey eran católicos. En ese mismo año muere el monarca Enrique III. Su heredero fue Enrique de Navarra.
Pero el recién nombrado era de religión protestante por lo que la mayoría de los franceses le rechazaron. Consciente que podría perder el trono por ese hecho, Enrique de Navarra se convirtió al catolicismo, convirtiéndose de ese modo en Enrique IV de Francia.
A su entrada en la capital francesa, dijo: "París bien vale una misa".
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Pero el recién nombrado era de religión protestante por lo que la mayoría de los franceses le rechazaron. Consciente que podría perder el trono por ese hecho, Enrique de Navarra se convirtió al catolicismo, convirtiéndose de ese modo en Enrique IV de Francia.
A su entrada en la capital francesa, dijo: "París bien vale una misa".