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Complicado

Es muy duro, mucho y todavía más que complicado llegar a una decisión tan importante que no es que te vaya a cambiar la vida, si no que te cambiará el presente y el futuro que te quede, pero estoy planteándome muy seriamente... irme a una residencia. Sí, de esas que todos conocemos como "residencia de ancianos"... pero en este caso y sin otra opción, sería pública. No es que me guste la idea (que no me gusta en absoluto), pero ya no puedo con tantos problemas, de salud y de otra índole. Hay veces que la vida te supera, y ésta es una de ellas. 

Lo peor es que tengo un perro de poco más de cinco años, y no se podría venir conmigo. Es lo único que me impide dar el primer paso, porque él tiene mucha vida por delante y no tengo nada claro cómo se haría a una nueva casa, nuevas gentes... y que sus posibles dueños aprendieran que tiene manías (como todos) que sólo yo entiendo. 

Pero más pronto que tarde tendré que dar ese paso... que no quiero dar.

No tengo familia. Duele hasta decirlo porque no es del todo cierto. Sí la hay, de sangre además... pero estando tan cerca, están lejísimos, tanto que ya no duelen sus ausencias. Simplemente molestan en la memoria. 

Y ante tanto abandono familiar (prometo que sin motivos) y cuando la salud empieza a complicarse más de lo que estaba, junto con problemas que de nuevo no voy a citar... todo parece llevarte hacia donde no quieres ir. 

Mi perro, aquel cachorrito que hace algo más de cinco años encontré al lado de un contenedor de basura, cuando aún me moría de pena por Plasty y Tara, mi gato y mi perrita. 

¿Por qué tiene que ser la vida tan complicada?


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Cómo estás. Cómo te va la vida

Ecurioso comprobar cómo gente que te ha querido y a quien has querido (no hablo de amores, si no de querencias), te olvida de forma fulminante y para siempre.

Nada, nunca: ni un "¿cómo estás?", "¿cómo te va la vida?".

¿Por qué no preguntas tú? Porque no fuiste quien se marchó.


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Cada vez me encuentro mejor...

Cada vez me encuentro mejor... conmigo misma. O lo que es lo mismo: cada vez aguanto peor las tonterías de algunas gentes. 

Últimamente dejo de estar en redes sociales que frecuentaba, poco es cierto, porque no puedo con eso tan habitual como es leer cualquier mensaje e interpretarlo como a cada cual le venga en gana. No sé si es que el personal cada vez es más intolerante, o que la individualidad egoísta puede con todo, o sencillamente que ni leen enterándose. 

No suelo escribir muchos en esos sitios; lo cierto es que en ninguno, pero hay ocasiones que me mueve el aclarar o tan solo ayudar. Pues no; siempre aparece algún quisquilloso que como no lo aplaudas todo con las orejas, se molesta y responde destempladamente; y como no soy, sobre todo últimamente, de entrar en discusiones que me parecen absolutamente absurdas, o bien lo dejo pasar o hago algo tan simple como eliminar lo escrito. Y es que la estupidez humana a veces llega a unos grados... En ocasiones incluso he llegado a pensar que el personal se aburre con su vida y busca motivación para sentirse vivo. Otra estupidez más. 

Creo que la vida ya es lo suficientemente complicada para encimar tener que lidiar con gente que ni siquiera conoces y que te importa lo mismo que tú a ellos. 




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Año nuevo, vida nueva

Si el 2024 acabó como acabó, ni contar cómo ha empezado el 2025. Con un ataque de gota; sí, como suena... y anda que no duele. En Nochevieja empezó la cosa y eso que no comí marisco y hoy sábado he tenido que ir a urgencias. Antiinflamatorio durante diez días y mucha paciencia. 

No he escrito la carta a los Reyes Magos. ¿Para qué? Mejor ni tocarlos por si acaso. Al final va a ser verdad, visto lo visto, que en los 76 (el año que viene) cruzo a la otra orilla. Pues tengo un perro que criar, así que va a ser que no me pienso dejar. 

¿Qué más contar? Poco; estoy en plan caída libre aparte de que no puedo ni andar, así que mejor "cierro y corto" y hasta otro día. Feliz Reyes a todos/todas.


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Llegando 2025

Algo más de las nueve de Nochevieja y parece que voy a conseguir llegar al 2025. Mucho ha pasado -y no siempre bueno- en el 2024 y en ocasiones no he tenido claro llegar al final. El año que comienza también se presenta algo complicado en cuanto a salud, pero ha dejado de preocuparme porque nada puedo hacer para solucionarlo. 

Mi perro me mira porque conforme escribía hablaba en voz alta. Mi compañero fiel. El único. 

No quiero repasar, ni mirar atrás. Buscaré una película no navideña y a pasar lo que queda lo mejor posible. Lo malo es que me duele todo el cuerpo, pero ni eso me podrá. 

Impresiona pensarlo y más aún decirlo: en el 2025 cumpliré (eso espero) la friolera de 75 años. Quién me lo iba a decir. Tres cuartos de siglo. De encoger. 

Lo mejor de lo mejor para quien pase por aquí, conocido, amigo o lo que sea. Salud sobre todo, porque sin ella no hay esperanza para el futuro. 



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Otra Navidad

Hoy miraba a mi perro al tiempo que pensaba que en menos de una semana, una nueva Navidad... y van... 

Qué distintas las de la niñez a las actuales. Cuántas cosas han pasado. No es nostalgia, es recuerdo, memoria... vida en suma. No voy a hablar de aquellas; ni siquiera de éstas. Ni siquiera de las gentes que fueron pasando no necesariamente por ellas. 

Mucha gente habla por redes sociales de la cena y la comida que van a hacer durante esas fiestas, y una que ni tiene ni puede, piensa en la barbaridad que se le mete al cuerpo entre cantidades y azúcares. 

Si nosotros, los mayores, hemos comido y cenado casi siempre con escasez o al menos no con la abundancia que hay ahora, y estamos como estamos en cuanto a salud, qué será de quienes abusan de la forma que lo hacen en apenas dos días. 

Que sí, que hay que disfrutar de la vida, no digo lo contrario; pero también hay que saber que mucho de todo ello se paga. O no, porque a mí siempre me ha gustado mucho más lo salado que lo dulce, y ahora soy diabética. Ironías de la vida. 

Una Navidad más. Y van ya tropecientas. Ha sido un año, este 2024, no muy para recordar. Complicadillo que se dice. Mi perro me mira porque conforme escribía, hablaba en alto; cualquier día me contesta.

Tenía intención de hablar de otras cosas y al final he terminado divagando. No tengo remedio. Lo peor es que lo sé. Otro día hablaré de la Navidad, o del tiempo, o de Dios sabe qué. Son las 9 de la mañana y aún no me he acostado: eso también es libertad.




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Una cosa es... y otra muy distinta...

Una cosa es... y otra muy distinta... Lo explico. 

Una cosa es venir a un blog a un foro o a cualquier otro lugar de este no tan inmenso mundo de internet, y desahogarte; contar tus pequeñas miserias y lanzarlas contra no sabes bien qué o quién. Y otra muy distinta creerte el rey del mambo y decirle al mundo, con pelos y señales, lo que comes, cómo duermes (o con quien) e incluso lo feliz que te sientes. 

No sé si se entiende la diferencia. 

Una cosa es, por ejemplo, entrar aquí y de cierta forma hablar contigo misma sin importarte demasiado quién pasa o deja de pasar. Es como tener un amigo invisible. 

Y otra muy distinta -al menos para mí- contar cosas como las ya dichas: qué comes, qué cenas, dónde vas de vacaciones y con quién, si sales a divertirte... e incluso lo feliz que eres... cuando todo eso, como lo contado en el párrafo anterior es algo que sólo te importa a tí y a nadie más. 

La diferencia es que lo del amigo invisible no se lo cuentas al mundo, si no a tí misma en realidad, porque necesitas expresarlo casi en voz alta, y lo segundo es un escaparate, que la mayoría de las veces crees importante porque los demás están esperando leer. Las dos cosas son soledad, pero con el "invisible" lo sabes, y con la exhibición te crees lo que quieres mostrar.

En redes sociales se da mucho el visualizarse, el dejarse ver, el que te conozcan, y para ello requieres tener muchos "amigos", que en realidad si te vas les vas a importar nada. Y si alguien no me cree, que deje de decir tonterías en esas redes por un tiempo y lo comprobará. 

No estoy reivindicando nada, dios me libre. Allá cada cual con sus necesidades. Pero tenía ganas de decirlo. 

Ahora, según los cánones debería poner una imagen para que el texto quede bonito. Pues va a ser que no porque la palabra tiene su importancia por sí sola (no la mía naturalmente).


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26 julio 2024

Terminando una semana más que complicada: un Zoster que no se entiende bien cómo ha aparecido, una caída tremenda con la que casi me rompo la rodilla... y la crisma, un desplome de cosas importantes en los análisis,,, y un susto del que de momento no quiero hablar porque aún no tengo resultados definitivos de todo... pero SUSTO con mayúsculas... esperemos que todo quede en nada. 

Acabo de ver la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024, un principio de Olimpiadas realmente soberbio, espectacular, pero si tengo que resaltar un momento que me ha emocionado profundamente ha sido el ver (no sabía que iba a aparecer) a la enorme y maravillosa cantante Celine Dion cantando ese "Himno al amor" de la inolvidable Edith Piaf. Me enamoró siendo muy joven esa canción, siempre he sido "fan" de la Piaf, y Dion, sabiendo lo enferma que está (precisamente vi un vídeo -que me encontré de casualidad- donde le daba una crisis de la enfermedad que padece... fue tremendo), y el pedazo de voz que sigue teniendo a pesar de todo. 

Sin olvidar el momentazo de nuestro Rafael Nadal, inmenso tenista, llevando la antorcha. Por cierto, mañana juegan Carlitos Alcaraz y Rafa Nadal, JUNTOS, partido de dobles, creo que contra un par de argentinos, a las 19 horas (horario español)

Y a todo eso, fallándome la conexión de internet tanto en la tele como en el ordenador. Mañana viene el técnico. 

Y por último la tontería subliminal de algunos (siempre igual) que tienen que criticar lo que sea: cuando no es la falda del uniforme de las olímpicas españolas es el lazo que lleva no sé quién. Y todo porque aborrecen los colores que nos representan, el himno y todo lo que huela a español. Hartura de gentuza.  Y mientras tanto en las Olimpiadas de París los franceses presumiendo de banderitas, canciones, colores y todo lo suyo. No aprenderemos nunca. 

¿Que por qué cuento todo ésto que no le importa a nadie? Porque mi perro ya lleva un rato durmiendo y no le voy a despertar. Y porque posiblemente sean los últimos Juegos Olímpicos que sea capaz de ver.


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Lo que es la vida

Cuando era una niña, incluso muy pequeña, creía que moriría joven... como mi tía que se fue con 25 años. Luego fue pasando el tiempo y comprendí que no sería así. Conforme fui creciendo y haciéndome adulta el pensamiento era que llegaría a mayor, algo que sinceramente no me hacía mucha gracia, porque lo de envejecer no lo veía. 

Un día, y que conste que no creía en ello, una mujer a la que conocía de vista, se empeñó en leerme la mano. Sí, tal como suena: leerme la mano. Y fue tan excesiva en su deseo (pesada diría yo) que al final accedí más por quitármela de encima que por otra razón. Me la leyó y entre otras cosas que no vienen a cuento ahora, me anunció que ya con una edad tendría un grave percance de salud, pero que saldría de ello; más adelante -dijo- tendría un segundo quebranto, al que no le veía un "final muy feliz" (textual). Todo se ha ido cumpliendo como si de una letanía se tratase. Incluso ahora, que parece pintan bastos... y muy duros de asimilar. 

No voy a entrar en excesivos detalles que tampoco vienen a cuento, pero no estoy bien. Parece que mi padre me ha dejado una "herencia" que no esperaba, o al menos eso parece. Tienen que seguir haciéndome pruebas médicas para confirmar o no. 

Sinceramente y estoy segura de que me arrepentiré más tarde de lo que voy a decir, esperaba que si esa "herencia" era para alguien, fuera para mi "querido" hermano, del que no sé nada hace 13 años... porque yo ya había llevado (y llevo) lo mío. Habrá que dar más tiempo a todo, pero me encuentro físicamente mal porque me duelen cosas que no entiendo. A lo mejor es que se me está acabando el tiempo y no me he dado cuenta aún. Lo cierto, y a eso iba, es que después de aquella época de niñez-adolescencia y de pensar en morirme a los 25, pasé a otra que dura hasta hoy, en que me iría a la otra orilla... a los 76. Sí, a los 76... y lo pensaba con 30. Y si todo al final se confirma... será a los 76. Duro de asumir, muy duro.

Así que, por si acaso, tendré que poner en orden algunas cosas que voy dejando para cuando pueda. Por de pronto me he dado un pequeño capricho que tenía desde hace tiempo; nada importante, pero la felicidad hay que buscarla en lo que nos alegra la vida. Siempre por si acaso. 

Vivir con tantísimo miedo no es vida.




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20 de enero

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