23 abril

Hoy para el resto del país es San Jordi o "El día del libro" o cuando se conmemora el fallecimiento de Shakespeare y Cervantes. 

Pero en mi casa, en mi corazón, y aunque nadie lo entienda, hoy hace cinco años que se marchó a un lugar donde me espera, el gato más bueno, más noble, más cariñoso y más mío del mundo: mi Plasty. Hoy hace cinco años y parece que fue ayer. Y hoy, un lustro después y escribiendo ésto, todavía se me aprieta la garganta y tengo que sujetar recuerdos de aquel final para que no se desborden las lágrimas. 

Once meses después se fue con él la pequeña Tara, mi perrita y su hermana porque como tales se criaron, así que la pena no había forma de soltarla. 

Seis meses después de la partida de Tara llegó sin esperarlo al que tengo dormido ahora mismo a mi lado y que encontré en un contenedor de basura, Tobi.

Pero no quiero desviarme más; hoy es el día en que el mejor gato que ha habido en mi casa y la de mis padres, tuvo que cruzar el arco iris. 

Cayó de un segundo piso a mi patio cuando apenas tenía 7 meses de vida, y estaba en tan malas condiciones que a la mañana siguiente le llevé al veterinario, quien lo desahució; insistí con que me diera la medicación pertinente. Me aseguró que no llegaría a una semana; a los 15 días se lo llevé. Vivió 13 años.

Fue la primera mascota que fue realmente mía y no porque le adoptara, si no porque fue quien me adoptó a mí... y me tuvo plena adoración hasta el último momento. De hecho y ya sin poder mantenerse en pie, levantó la cabeza y me miró muy fijamente con aquellos preciosos ojos verdes; entonces le cogí para que no se sintiera tan solo en ese final.

Hace unos meses le comenté a quien entonces yo creía una amiga que, aún pasado el tiempo, le echaba de menos en muchas cosas, porque más que un gato parecía un perrito faldero pero con la independencia que caracteriza a los felinos. La supuesta amiga no me entendió e incluso me llamó exagerada... y eso que ella había tenido perros. Visto más tarde su comportamiento y el modo egoísta de entender la amistad e incluso la vida, no me extraña que no entendiera ni eso ni nada.

Plasty (13 años), que estará haciendo rabiar a su hermana Tara (11 años) y que nos esperan a Tobi y a mí en ese cielo de los animales que seguro existe en alguna parte. Sus cenizas, las de los dos, siguen aquí, en su casa, apenas a un metro de mí porque no podía ser de otra manera. 

No voy a poner foto de los dos porque no quiero romperme mirándoles. Así que veré ahora cómo lo arreglo, buscando a quienes se les parezcan en Google.



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