La adulteración en los alimentos no es un invento moderno. Ya en la antigüedad se producían casos que repercutían incluso en la salud.
Los obreros que trabajaban en los molinos españoles sustituían más veces de las que seguramente hubieran reconocido, los granos de trigo por una mezcla de polvos compuestos de cartílagos de sepia y de calamares secos.
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