Se cuenta que en una ocasión le preguntó al músico de la Corte, Luigi Coccherini, quién tocaba mejor el clavicordio, si él mismo (el monarca) o el emperador de Austria Carlos VI quien también era un empedernido melómano.
El compositor era un hombre inteligente y se dio cuenta enseguida de la pregunta-trampa. Pensó durante unos minutos y contestó:
- Señor, el emperador toca como un rey... pero su majestad lo hace como un emperador.
Dicen que Felipe V sonrió, y se alejó satisfecho.
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