Salomón Ortega

Salud se escribe con d al final y a la Aurorita le dices que olvida se escribe con v, procura arreglar un poco la letra y serás un "tio" sabiendo escribir.

Te has pensado que estoy ahora en América o poco menos. No hijo no, ahora estoy en la cárcel y no sé si para cuando me suelten tendré alguna perra disponible para llevarte algo.

Madre ¿está contenta?, que no llore y dile que ya será cosa de poco tiempo, que pronto la daré muchos besos.

Dile a Juanito que se porte bien, que me supongo será ya un hombre formal ¿no? Y sobre todo, que te enseñe a escribir a máquina

Por esta hermosa cárcel todo sigue tranquilo y sin nada digno de mención, los compañeros de Hontoría y yo seguimos estupendamente y con una salud formidable; a sus familiares les dais recuerdos, como a todos los vecinos.

A ver si para San Cosme, nos podemos gastar juntos las 17 pts que me mandáis ahora.

Un fuerte abrazo de vuestro hermano que os quiere y no os olvida nunca.

Todo lo anterior fue escrito por Salomón Ortega, un chico de 24 años. Estaba visitando a sus padres que vivían en Hontoría del Pinar, un pueblo de Burgos (España). Él estudiaba en Madrid.

La carta está fechada el 12 de septiembre de 1936. Había sido detenido el 31 de julio del mismo año simplemente porque su progenitor era Secretario del Ayuntamiento. Tres días después, el 15 de septiembre fue fusilado y enterrado en una fosa con otras dos personas a las afueras del pueblo.

Después de todo este tiempo su fosa ha sido encontrada gracias a dos niños que entonces tenían ocho y diez años. El sobrino de Salomón, que se llama igual que él, ha propiciado con un eterno papeleo que haya sido localizado. A falta de pruebas de ADN confirmatorias, en los restos que se creen de él se encontró una cartera... con 17 pesetas.

En la fosa en la que se esperaba encontrar tres personas, se han encontrado cinco, uno de ellos un menor. Ahora hay que averiguar quiénes son los dos "extras". Dentro de la fosa se han hallado también dos balas que seguramente fueron "tiros de gracia" que se dieron a los fusilados que aún vivían.

Salomón, el sobrino, se declara emocionado por haber encontrado, por fin, a su tío. Ha propuesto a los familiares de los "compañeros", muertos al mismo tiempo que él, que se entierren juntos cuando ya se hayan identificado todos, con una placa en la que se les nombre individualmente.

A día de hoy todavía hay gente que no comprende lo que acabo de contar, y sobre todo no entiende que alguien como un sobrino emplee tiempo, dinero y esfuerzos para encontrar a quien es parte de su familia y con quien posiblemente haya crecido aún sin conocerle. No importa si ahora le entierra solo o acompañado... importa que por fin estará en un lugar CONOCIDO y con NOMBRE Y APELLIDOS. Hay quienes todavía no entienden esos matices y lo cierto es que es una tontería tratar de explicárselo, porque jamás lo comprenderán.

En la fotografía aparece Salomón Ortega cuando hizo el "Servicio Militar" en África.



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