Todos hemos comprobado que cuando cogemos la miel con una cuchara, cae una parte pero siempre, siempre, se queda casi la mitad... en la cuchara; y es entonces cuando con ayuda de un cuchillo, una espátula u otra cuchara, tratamos de hacer caer ese resto.
Bien, pues para que caiga prácticamente toda la miel sin problemas (y sin ponernos de los nervios), hay un truco muy sencillo: antes de meter la cuchara en la miel y cuando aún está limpia y seca... untarla con un dedo con aceite de oliva, por delante y por detrás (salvo el mango, claro está). Y ahora sí... a poner miel!.
Más fácil imposible.
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