La prisión de San Cristóbal

En el monte Ezcaba, en Pamplona (España) existe la prisión de San Cristóbal, también llamada La fortaleza. Se encuentra incrustado en la tierra y fue construido en el siglo XIX por orden de Alfonso XII durante las guerras carlistas, para ser un fuerte aunque nunca fue utilizado como tal.

La primera vez que se usó fue en 1934 y fue como prisión, primero durante la "Revolución de Asturias" y luego bajo la represión franquista hasta 1945. Llegó a tener casi cinco mil presos, presos sobre todo con el único delito de haber sido leales a la Segunda República.

Refiriéndome en concreto a la última etapa, es espeluznante conocer en qué situación estaban los detenidos. Las celdas estaban bajo tierra a modo de sótano; al estar como ya he dicho incrustado en la roca (el edificio), la humedad era persistente ya que el agua "subía" de la propia tierra haciendo que siempre hubiera charcos. Los presos que tenían familia lo suficientemente cerca y que había conseguido perder el miedo, tenían una manta que echar al suelo y poder dormir... mientras esa manta no resultara mojada al absorber el agua; los que no... dormían sobre la tierra mojada.

Según los pocos supervivientes que consiguieron salir con vida de allí, por las paredes de las celdas se veían caer, unas tras otras, las gotas. En verano, cuando el calor era asfixiante y la sed agobiante, muchos lamían las paredes para poder beber.

Los "animales" en cuanto la poca luz que conseguía entrar (generalmente siempre estaban en penumbra) se ocultaba, campaban a sus anchas, incluso por encima de los cuerpos que intentaban dormir.

Los presos únicamente salían de esas celdas para ir a la parte superior del edificio... donde eran torturados, simplemente por nada.

La comida consistía, todos los días, en algo que los detenidos llamaban caldo con carne: un trozo de pan duro que mojaban en un poco de agua.

En 1945 se colocó una placa en la puerta de la prisión que decía:

"Si se visitasen los establecimientos penales de los distintos países y se comparasen sus sistemas y los nuestros, puedo aseguraros sin temor a equivocarme que no se encontraría régimen tan justo, católico y humano como el establecido desde nuestro movimiento".

Firmado: Francisco Franco.


La placa existe en la actualidad.

Los presos, republicanos en su mayoría, pronto empezaron a enfermar debido a las muy precarias condiciones. La tuberculosis hizo estragos: uno de cada cinco presos murió a causa de ella. Tampoco podemos olvidar que cualquier otro mal por leve que fuera (resfriado, herida...) era también causa de muerte segura. Pero insisto en que la tisis fue brutal; en 1942 Franco a la vista de los alarmantes datos que le llegaban, ordenó que toda la planta superior de la fortaleza se dedicara, hasta que todo volviera a la normalidad, como hospital penitenciario.

Ante todo lo contado es necesario recordar que la guerra civil española había terminado en 1939.

José María Pascual Hermoso de Mendoza era el capellán de San Cristóbal, y era un hombre bueno. Solicitó al obispado que interviniera para aliviar a aquellos desgraciados y como nadie le contestó, decidió -no podía hacer nada él solo- que quizás algún día los familiares de los que allí estaban, quisieran buscar, localizar y desenterrar a aquellos hombres.

Solían ser enterrados en fosas comunes y tirados de cualquier manera, puesto que en aquellos años la tuberculosis era, aparte de contagiosa, mortal de necesidad por no existir tratamiento alguno. El padre Pascual consiguió permiso del director del penal para que ese enterramiento se hiciera colocando un cuerpo al lado del otro (igualmente en fosa común); de ese modo conseguía unos minutos en los que colocaba entre las piernas de cada muerto una pequeña botella de "Ceregumil" (un tónico vitamínico de la época que se les daba a los enfermos) que en su interior tenía un papelito con el nombre del finado y los pocos datos que se conocían de él. Incluso los corchos con que tapaba esas botellas los consiguió muchas veces pagando por ellos.

Seguramente José María Pascual nunca imaginó que los españoles tardarían tantos años en buscar a sus muertos.

La primera fosa que se encontró con cuerpos de la prisión de San Cristóbal contenía 131 hombres. Muchas botellas habían perdido su contenido por la humedad y por los largos años pasados, pero en algunos -escasos- se encontraron las botellitas intactas entre las piernas de los fallecidos: sus familias pudieron llevárselos a casa.

Pero si la crueldad contada ya es mucha, lo que pasó después ya riza el rizo del absurdo.

El padre Pascual no sin cierto temor a que todos aquellos datos en papelitos se perdieran... anotó esos mismos datos en unos cuadernos. A su muerte quedaron depositados en el obispado... quien a preguntas de los familiares, siempre calló que los tenía. Cuando se localizó la primera fosa citada antes y en plena excavación, un portavoz de ese obispado declaró a un periódico de Pamplona... que tenía unos cuadernos de José María Pascual; poco después facilitaron los nombres de los enterrados en varios lugares. Han estado callados más de setenta años sin tener la decencia de avisar a las familias sobre dónde estaban los desaparecidos.

San Cristóbal tiene 615.000 m2. Hay más de doscientos hombres que desaparecieron en su interior y que se presumen están enterrados en los alrededores.

En 1938 hubo una fuga de casi 200 presos, de los que sobrevivieron tres. Uno de ellos consiguió llegar a México y entonces pudo contactar con sus hijos y nietos que desconocían incluso dónde había estado preso; pero nunca contó lo que allí había pasado. Cuando murió su familia encontró algunos escritos donde relataba lo padecido... y la zona donde habían ido enterrando a sus compañeros, fosas que incluso tuvo que cavar y luego cubrir. Era tanto el miedo a ser descubierto y de nuevo detenido, que jamás quiso hablar de viva voz sobre ello.

NOTA DEL 12 de abril del 2017:

"El 22 de mayo del año 1938 y habiendo unos 2500 presos en San Cristóbal, 795 de ellos consiguieron fugarse. Es la mayor evasión reconocida en Europa. Únicamente tres consiguieron llegar a la frontera con Francia y cruzarla; el resto tuvieron distintos "destinos".

En estos días ha sido encontrada una gran fosa común, en el concejo de Burutain, fosa que se ha empezado a excavar el lunes día 11 de este mismo mes. Se desconocen cuántos cuerpos puede contener, ya que únicamente consta la anotación que realizó un funcionario a modo de registro del hecho; en ella se contabiliza que, durante la persecución, más de 200 presos fueron tiroteados en un intento de capturarles. Posteriormente 14 de ellos fueron condenados a muerte, como castigo por la huida y fusilados. Otros 200 fueron detenidos en la estación de Pamplona cuando intentaban subir a trenes que les devolverían a sus casas (pensaron que estaban "libres" porque había terminado la guerra).

Los 14 fusilados (fuente: Wikipedia) fueron: Gerardo Aguado Gómez, Teodoro Aguado Gómez, Bautista Álvarez Blanco, Calixto Carbonero Nieto, Antonio Casas Mateo, Daniel Elorza Ormaetxea, Antonio Escudero Alconero, Ricardo Fernández Cabal, Francisco Herrero Casado, Francisco Hervas Salome, Primitivo Miguel Frechilla, Miguel Nieto Gallego, Rafael Pérez García y Baltasar Rabanillo Rodríguez.

El total final de presos muertos fueron 207, que fueron enterrados en distintas fosas comunes (el descubrimiento de la primera de ellas es la que ha provocado esta "nota posterior").

Los tres que consiguieron llegar a tierras galas dijeron que el motivo de su evasión era sólo porque no podían aguantar más el hambre y las condiciones en que estaban. Posteriormente tanto el director de la prisión (Alfonso de Rojas) como el administrador fueron enjuiciados porque vendían lo recibido para alimentar a los presos en el mercado negro (contrabando)".

NOTA DEL 13 de abril del 2017:

"En la fosa de la que hablaba ayer ya se han encontrado 7 cuerpos.

Dicha fosa ha sido localizada gracias a Martín Laguardia que entonces era niño y que presenció los enterramientos. Ya al final de su vida y habiendo perdido el miedo, indicó el lugar.

Se pide la colaboración ciudadana porque recordemos que se buscan más de 200 presos que fueron asesinados en la fuga de 1938".



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