A la salida de misa se encontraron con un corto grupo de seis falangistas. Por aquel entonces existía un odio visceral entre las dos formaciones a pesar de que Franco las aglutinó en un intento de recuperar la paz entre su gente.
El falangista Juan José Domínguez Muñoz (1916-1942) y en plena batalla campal, lanzó una granada contra los carlistas, pero... "la Vírgen de Begoña extendió su manto e impidió que hubiera muertos". (La cita entrecomillada corresponde a la versión que se dió en los periódicos). Sólo hubo más de setenta heridos.
Franco se hallaba de vacaciones en el Pazo de Meirás y se limitó a dar orden de silenciar el hecho, pero los carlistas, enfadados por la afrenta, no se callaron y sus mandos militares dieron cuenta del suceso en comunicados oficiales entre cuarteles. A la vuelta del Jefe del Estado éste montó en cólera y destituyó a dos de esos militares.
Se convocó consejo de guerra y en él los falangistas alegaron que "iban de excursión al monte Archanda y que la bomba de mano que iba en un macuto la llevaban sin intención de usarla". Domínguez Muñoz que tenía 26 años fue condenado a muerte y fusilado, sentencia que naturalmente fue refrendada por un Franco más empeñado en aquietar los movimientos de enfado de los carlistas que en otra cosa.
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