Antonio Canova fue un escultor italiano que llama la atención nada más comenzar a ver sus obras. Son de una belleza difícil de repetir y de una pulcritud en sus tallas que vistas en fotografía dan la impresión de haber sido retocadas por su perfección. Sus esculturas están basadas de algún modo en las que se hicieron en la antigua Grecia. También realizó algunos cuadros que siendo también muy bellos, no alcanzan la magnitud de sus esculturas. Porque no hay que obviar que la mayoría de ellas fueron hechas en mármol, un material difícil y delicado para trabajar.
Su padre murió cuando él tenía apenas tres años; su madre se casó al cabo de un año dejándolo al cuidado de su abuelo paterno, escultor también de profesión y que fue quien inculcó al niño en este arte.
Nació el 1 de noviembre de 1757 en Possagno (Italia). Murió el 13 de octubre de 1822 en Venecia. Tenía 65 años.
La última escultura que realizó, ya enfermo pero lleno de deudas por lo que se vio obligado a su ejecución, fue para el conde Cicognara, su amigo personal.
Nunca se casó.
El montante total de su obra sobrepasa las cien obras en cuanto a esculturas, muchas de ellas de tamaño monumental, así como innumerables bocetos y modelos-pruebas en arcilla y yeso que nunca llegaron a finalizarse.
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