Jerónima Blanco y Fernando Cabo Blanco

Los dos nombres que conforman el título de este escrito no son conocidos por la mayoría y de hecho no debían haberlo sido ni para una minoría, de no ser porque en su camino se cruzaron quienes nunca debieron haberlo hecho.

Jerónima Blanco Oviedo había nacido en 1914. Se casó muy pronto con Isaac Cabo Pérez, un hombre dedicado a la tierra y que en sus ratos libres (los pocos que tenía) era sindicalista. Casi enseguida el matrimonio tuvo un hijo (Fernando Cabo Blanco), y contando el niño apenas tres años Jerónima volvió a quedar embarazada. Era 1936 y la mujer tenía 22 años.

En julio de ese 1936 España se vio envuelta en un levantamiento militar comandado por el general Franco. Todo aquello terminó en 1939 después de una salvaje guerra civil.

Isaac tuvo que huir al monte para salvar la vida: los falangistas del pueblo de Flores del Sil, en León, le buscaban para matarle. Cuando los fascistas llegaron a su casa, despechados al no encontrarle se llevaron a la esposa y al niño. En la entrada del pueblo, al borde de la carretera, le dispararon a ella y jugaron al tiro al blanco, lanzándole varias veces al aire, al pequeño.

Durante tres días nadie se atrevió a acercarse a ellos aunque todo el mundo les veía al pasar, por temor a represalias.

Una noche de las muchas habidas, Isaac bajó del monte y se dirigió a su casa. La encontró vacía. Alguien le dijo lo que había pasado y es fácil imaginar cómo se dirigió a la carretera. Él solo fue quien recogió a su mujer y a su hijo y quien les enterró en la parte posterior de la casa familiar. Luego volvió al monte.

Terminó por ser apresado y pasó el resto de la guerra en la cárcel; no le dejaron libre hasta ya entrada la posguerra.

Al cabo de unos años volvió a casarse y tuvo otro hijo, y a ese vástago fue a quien contó la terrible historia que conformaba su pasado. Poco antes de morir hizo prometer al hijo que no dejaría nunca de luchar para que algún día su anterior familia pudiera ser enterrada con dignidad.

Cuando Isaac murió se encontró que en la cartera que siempre llevaba consigo, había una fotografía de Jerónima y Fernando: nunca la había enseñado a nadie, pero siempre la llevó encima.

Su segundo hijo cumplió la promesa dada al padre y ha conseguido que Jerónima y Fernando fueran sacados de donde los ocultó Isaac y llevados al cementerio... y a una tumba digna.

(Esta historia es real... como muchas otras que se quieren ocultar en el olvido)



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